domingo, 5 de octubre de 2014

La historia de una superhéore

Lucha con una fuerza inusitada, de superhéroe, porque lo es.
Su capa es una manta de hospital, y su corazón es tan grande que cabe el universo.

Nunca lo dijo. Las superhérores son así, ella es así. Durante todos estos años ha protegido y protege a los habitantes de su familia. Ella es la última. Primero nosotros, siempre nosotros.
Después de 28 días luchando de una forma espectacular, de vivir a jugarse el todo y nada, de enseñar - otra vez- lo que significa de verdad entereza, valor, humildad y capacidad de sufrimiento, allá sigue. Mil sustos. Mil lecciones.
Vivo todo esto boquiabierto. Realmente impresionado por su ejemplo.

En la unidad de cuidados intensivos se vive eso, momentos intensos. Muchísimo. Donde sale lo mejor de las personas. De los de dentro y de los de fuera. 
Es curiosa y bonita en el fondo la relación que tenemos los que estamos allá y nos vemos cada día mañana y tarde. 
Siempre llegamos antes de tiempo, no vaya a ser que abran las puertas antes de la hora. No te quieres perder ni un minuto de ella. 
Esperas fuera, con los demás. Te miran, te guiñan y guiñas ojos, dedicas y te dedican sonrisas cuando te ven preocupado o triste. Nos preguntamos con miedo. No quieres que te den malas noticias y sabes como se viven. 
 
Pasando los días, echas de menos a gente que estaba allí. Algunos no pudieron más, lucharon todo. Ves a gente derrumbada, lágrimas, abrazos fuertes, apretar de dientes y gente que se aleja para llorar sólo. Vives alguna alegría y de repente, todos sonreímos. Todos somos cómplices de todos, aunque nunca nos hayamos hablado.
Cuando abren la puerta, allá vamos. Te pones la bata verde corriendo mientras andas, para no perder tiempo. Quieres darle un beso enorme y coger su mano.
Sé que pide que la peinen, las superhéroes son así. Quiere estar guapa para los suyos. Y perfume, por favor, escribe a las enfermeras. Aunque no pueda más. 
Te aprieta la mano todo lo que puede, siempre intenta sonreir. Sonríe. Lo que quiere es que no te preocupes. Espectacular. 
"Princesa" le dice una enfermera mientras comprueba un montón de aparatos y goteros. Siempre se ganó a todo el mundo, es lo que tiene tener un corazón gigante y ser noble, buena persona con mayúsculas. 
Esos minutos son gloria. Me quedo mirándola, grabando cada imagen para también recordar lo que significa luchar de verdad. Pregunta -escribe- por los demás. Y tú lo único que quieres es saber cómo está ella, esperando un mejor, o un muy bien que no llega. 
Los minutos pasan volando. 
Vuelves a la sala de espera. Ahora os informará el médico. 
Allí estamos todos de nuevo, con las manos inquietas, pensando y hablando en cómo la has visto e intentando adivinar que te van a decir. 
Muchas veces utilizamos la palabra miedo sin saber lo que realmente es, sin saber que es un sentimiento desgarrador, el miedo es la peor de las sensaciones. Sin duda. 

Sabes, además, que durante 4 días no la vas a ver. Tienes responsabilidades, trabajo y un equipo. 
Sabes, que durante esos días, miras compulsivamente el teléfono, estás alerta, sobre todo a las horas de las visitas. Te cambiarías por ella sin dudarlo. Sabes, también, lo que viven los que están allí ahora en esa sala, en esos pasillos. Otra lección de tu aita y de tus hermanos. 
Sabes lo que es estar en casa y echarla tanto de menos. Ella es el alma del hogar. 
A veces, te despiertas en medio de la noche porque acabas de soñar que vuelve a casa. La realidad te da un guantazo. Otras veces sueñas que todo es un sueño.

Por mucho que imagine todo lo que vive, nunca lo podré saber del todo. 
Una superhéroe tiene poderes sobrehumanos, y ella tiene todos los poderes del mundo juntos.

Por eso ahora, si algún día te preguntan si crees que existen los superhéroes, haz como yo y responde: "Sí, yo conozco a una, es mi madre".

"Continuará..."