sábado, 28 de diciembre de 2013

Te deseo...

Salud.

Eso te deseo. Salud para sentir. Salud para ver. Para alzar el vuelo y poder ver desde arriba, con perspectiva. Salud para guardar inteligencia y ternura. Para no volverte loco y caer en lo fácil, para dar un abrazo sentido.
Salud para escuchar a los que amas. Salud para hablar a los tuyos.

Llegan las Navidades. Y para todos significa un montón de cosas. El otro día hablaba de esto a mis compañer@s en la empresa, para cada uno de nosotros significa una cosa distinta, mil vivencias, recuerdos buenos y no tan buenos, que de todas ha habido, pero a todos nos une algo: Vivirla con las personas que quieres. Eso, amigo mío, eso no tiene precio.

Te puedes dar cuenta de muchas cosas en estos días. Párate. Mira. Sonríe. Si puedes. Y si no puedes, lucha por esa sonrisa. Pero aprovecha cada segundo.
Hay personas que nos acompañan siempre y damos por sentado que han de estar ahí eternamente.
No es cierto. La realidad es que un día no estarán, y en vez de quedarte en esa mierda de noticia, y de realidad, quédate con otra gran verdad: ahora sí están. Aprovéchalo. Todo, a tope, siempre.

Quédate son sus risas, con sus abrazos, con sus charlas delante de una taza de café, con la sabiduría de la valentía realmente vivida, con los consejos de la experiencia, con la alegría de contar con alguien realmente alucinante.

Acaba un año donde han cambiado un montón de cosas, y allá, en el horizonte, se ve un año lleno de retos e ilusiones.
Hay que depurar cosas también. Uno comete errores. Merece la pena analizarlos hasta el final, profesionales o personales, y darles la vuelta para ser de verdad uno mismo.

A todos, de todo corazón, os deseo un 2014 increíble, que allá por su mes de diciembre, puedas mirarte al espejo, orgulloso de ti mismo, de haber crecido y compartido millones con las personas que realmente quieres.

Feliz, muy muy feliz año 2014. ´

Allí nos veremos.