La vida no es un tablero de ajedrez, pero a veces necesitas ver dos jugadas más allá para poder realizar tus sueños.
La intuición sin conocimiento sirven de poco, ya he hablado alguna vez de eso y generalmente sólo conseguirás prejuicios y lograr ser un etiquetador profesional.
Pero en esta brava mar también hacen falta impulsos, pim-pam, reaccionar, y adivinar por donde van a ir según que tiros.
Muchos te dirán que lo mejor es ver el viento y seguirlo, siempre a favor. Dejarte llevar. Es una opción.
Si de lo que se trata aquí es disfrutar y divertirse en el mientras, - que de eso se trata - no siempre podrás ir a favor del viento, y ahí radicará muchas veces tu éxito. Los éxitos son muchas veces una gran gestión de pequeños fracasos.
Es cierto que también hay situaciones en las que uno ve el jaque algo más cerca. Situaciones que te permiten ver tus miedos, adversarios y contemplar como tu rey está a punto de caer a cámara lenta sobre un tablero labrado con años y esfuerzo. La salud, por ejemplo, el sueño roto de un proyecto común, una decepción familiar...
Pero, ay, amigo, como reaccionar a ese jaque es lo que te va a diferenciar, no con los demás, que eso es lo de menos, si no contigo mismo.
Nos cegamos y no vemos. Abre los ojos, y pide que te los abran, pregunta qué hacer y opiniones de quien te merece. Probablemente escuches cosas que no te gusten demasiado, probablemente tu ceño siga fruncido unos días, pero escucha y escuchate también.
Habrá un día en el que dejemos de lado a los nuestros, habrá un día que dejemos de pensar en plural, incluso habrá un día que no seamos generosos ni con nosotros mismos, pero hoy no es ese día.
Hoy toca mirar el tablero, las manos abiertas, cerrar los ojos, escuchar el silencio y mover tu rey y tus peones, alfiles y caballos, torres y reina para sonreír susurrando que vuelves a levantar y disfrutar de todo lo que tienes.
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