El asesino - Hanibal Lecter - escudriñaba a Clarice psicológicamente -separados por un cristal- era capaz, de, en pocos segundos, y gracias a una capacidad de observación brutal; lograr sacar las debilidades y los miedos que la agente Starling callaba durante años, esos que jamás se cuentan y que se convierten en pesadillas por la noche.
¿Aún oyes a los corderos chillar, Clarice?, le preguntaba un Hanibal desafiante.
Todos tenemos nuestros miedos, nadie es al 100% seguro, y tampoco creo que eso sea bueno, pero no debemos callar nuestros miedos, nuestros corderos particulares, dudas, al contrario, es mucho mejor afrontarlos, hablar las cosas, y ser honesto con quien te quiere bien.
Cuando las cosas explotan es porque no se ha hablado lo que se debería, no se ha compartido, y aún yendo más lejos, pero siendo justos, no se ha sido honest@.
Observando se pueden ver muchas cosas. Demasiadas a veces. Si un día preguntas a alguien que observa y analiza bien, debes estar dispuest@ a sus respuestas.
Si te quiere bien, te dirá lo que realmente ve, lo que piensa y lo que sucede, sacará tus miedos, tus virtudes, tus orgullos, victorias y derrotas.
No le puedes preguntar a alguien que observa para que te conteste lo que tú quieres oir.
Todos tenemos un Hanibal dentro, ése que analiza el entorno, los gestos, palabras, se pregunta los porqués, son esas cosas que te callas - si no te pregunta quien merece - y que te hacen actuar cada día.
Clarice logró la ayuda de Hanibal. Logró también volver a detenerlo. El mayor reto fue enfrentarse a sus corderos, mirar el problema de frente, escuchar sus miedos en boca de otro, darse cuenta de la verdad y finalmente, que estuvieran en silencio.
Lo consiguió.
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