Hay reeencuentros geniales. Ver a un amigo, que por mil cosas no has podido ver durante casi 3 años, no sólo produce ilusión, produce en algunos momentos vértigo de emoción.
Pasan esos momentos, donde escuchas, y quieres contar tantas, tantísimas cosas que os interrumpís, y de repente, te das cuenta... os dais cuenta y comienza la carcajada. Hay abrazos de amigos, que valen millones. Millones de experiencias vividas, sensaciones, anécdotas, historias de barra y playa, de trabajo, familia... esencias y posos de esos que quedan en el recuerdo durante todo esto que llamamos vida.
Estallan abrazos sin venir a cuento, esos arrimar hombro y rodear al amigo que vuelve o que llegó.
Hay cosas que cambian. Crecemos. Y cosas que siguen igual, y hay personas que tienen el don, la virtud, de seguir manteniendo lo que merece la pena, para pulir esas cosas que todos tenemos que mejorar.
La esponja deshecha el agua que le sobra, y se queda lo necesario, la esencia, para seguir nutriéndose, seguir viva, algo de eso hay.
Llegan esos momentos serios. En los que quieres escuchar y que te escuchen, se acompañan silencios de reflexión, no quieres fallar en el consejo, ni quieren fallarte, otro momento dulce, donde ves lo que realmente pesa, la importancia de la responsabilidad de ser buen amigo, y decir lo que se tiene que decir.
Inevitablemente, también llega el momento de esa pregunta: ¿Por qué coño no nos hemos visto antes?.
Excusas vestidas de razones. Nadie. Nada. Nunca vale, no hay razón para abandonar los motivos reales por los que navegamos aquí, para luchar por lo que también echas de menos. A veces, la cabeza juega malas pasadas, y te hace olvidar cosas que jamás debiste olvidar.
Uno sale jurando que no volverá a ocurrir. Y no volverá a ocurrir.
La importancia de la familia, la pareja y los buenos amigos, ésos hay que regarlos, cultivarlos, cuidarlos, no fallar, aprender y corregir, vivir, emocionarse hasta las entrañas, los años que lleguen, los que vendrán, serán lo que fuiste, y todo camino empieza por un paso.
Sólo puedo dar las gracias, pedir perdón por no estar antes y brindar, amigo mío, por lo mucho que nos queda por vivir.
Reencuentros geniales. O más que eso, grandullón. Reencuentros que una quiere que sean requetereencuentros, que no se olvidan, porque valen eso que dices tu. La vida. Valen la vida... Un beso gigante
ResponderEliminarEstupefacto. Acojonante. Como dices tú... espectacular, amigo mío!!!!! :)
ResponderEliminarhay que hacer una quedada ya! al pelo... ;-)
ResponderEliminarEs realmente precioso,provoca levantar el tlf para pedir perdón dar las gracias o saber que tal estás. Es sensible como tú, por eso te quiero, mil besos.
ResponderEliminarVer a un vasco-maño como tú siempre es eso, mucho más que ilusión y aunque yo no sea por quien va esto, es alucinante que lo tengais. a cuidarse, nen!
ResponderEliminarEnvidia. ;-) Besotes. Crs.
ResponderEliminarPrecioso, D. Javier. Reencuentros que valen una vida? o que valen mil vidas?Mover el culo, ahi esta la historia.Mover para tener y conseguir cosas como esta del articulo.
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