Tenemos la costumbre de etiquetar casi todo, clasificamos para ordenar y de paso o sin querer ahorrarnos el tener que mirar al fondo de las cosas. Es una mala idea, sobre todo, cuando a quien clasificas y etiquetas, son personas, como tú.
Y es que no aprendemos. Piensa cuantas veces has dicho "no pensaba que era así..." "al principio me caía mal, pero luego cuando lo conoces..."
La realidad es que eso ocurre cuando, por circunstancias, coincidimos con esa persona más tiempo y compartimos lugares, sensaciones, charlas... Es decir, al dedicar más tiempo y nuestros sentimientos van ganando a aquella razón y decisión nuestra del "no me gusta".
Sin embargo, y a pesar de esa experiencia, preferimos seguir etiquetando, confiar en nuestra excelente intuición, y decidir rápida y sin duda sobre como son las personas que ni siquiera hemos intentado conocer de verdad.
Ocurre todos los días, te pasa mil veces, no damos oportunidades mientras las pedimos a gritos.
Se empieza por personas individuales para terminar de etiquetar a grupos, tribus urbanas que en teoría deben cumplir unos parámetros, que, aunque no se sabe muy bien quien decide esos parámetros, son así. Un tío con rastas y pendiente es un porrero, un punky es un vago maleante sin cultura, un pijo es lerdo y no lee, un heavy es un marrano. Y ya está. Es así y punto. Eso nos dicen y eso decimos.
Sucede lo mismo en el trabajo, un error inicial o un éxito en el comienzo te puede etiquetar para siempre, es mucho más cómodo para quien decide no tener que analizar.
La realidad es que todos somos mucho más complejos, y de todos hay mucho que dar. Lo inteligente es saber escuchar, mirar atento sin prejuicio, esperando que cada momento, sea una sopresa. Al fin y cabo, de lo bueno y lo mejorable, de todo, se puede aprender.
Negar esas oportunidades que nosotros mismos pedimos cada día no merece la pena, no es justo y uno acabará terminando sus días pensando que ha visto mucho, pero que en realidad, no sabe nada.
Guiña el ojo al mundo, mira bien a tu alrededor, deja que te den a ti también la oportunidad de ser tú, escucha, y responde al grito de los que tienes cerca y los que vendrán con una gran etiqueta que diga: "!quiero aprender!".
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