sábado, 23 de julio de 2011

Patton

El General Patton en tierras griegas, relató a su superior, el General Bradley, muy detalladamente las batallas, guerras, cruzadas, vencedores y vencidos que hubo en la tierra que estaban pisando.
A sus pies había milenios,  columnas que antaño eran foro y plaza; ruinas ahora, templos adorados durante siglos. Conquistas y batallas.
Su horizonte era Platea, allá donde primero los espartanos, cartagineses, romanos más tarde los turcos, árabes,  españoles y de flandes blandieron espada y mosquete.

Estando en aquellas ruinas, Patton le dijo al General Bradley:

"¿Sabes lo que decía el poeta?. Bradley, poco hablador, general tímido, dijo: "No, no lo sé, George "
Patton esperó unos segundos, y dijo: "A través de los siglos, entre la pompa y la fatiga de guerra, he batallado, me he esforzado y he perdido innumerables veces, como a través de un vaso de cristal veo la eterna contienda donde he luchado bajo muchos nombres y aspectos, pero siempre era yo". Al terminar, le dijo: " ¿Sabes quien era ese poeta?". No, contestó Brad.

" Yo", dijo Patton.

Lo contaba como si siempre hubiera estado allí, arrancaba sentimientos y detalles que poca gente habría podido relatar de no haber estado allá, en aquella época.
Patton jugaba a cultivarse, moría por leer estrategia e Historia con mayúsculas, devoraba cada letra,  una prima donna en un tiempo en el que Montgomery y su querido Eisenhower tan sólo querían resultados.

Nada más. 
De esto hace menos de setenta años.

El mundo en guerra, y las personas dejaron de ser personas para ser porcentajes de éxito.  Patton nació para esa guerra, fue de lejos el mejor general, un gran estratega que dio victoria cuando nadie creía en ella. Logró lucir bandera  cerca de sus soldados, hermanos de guerra, decía. Disciplinado y cercano. No puedes vencer si no escuchas a quien te abandera y te cuida.  

Ser el mejor y saberlo significa creerlo, confiar en ti y en lo que haces.

Hay veces que aún teniendo un gran éxito no vale, lo que a muchos les funciona es pasar por aquí, no hay gloria, pero tampoco pena.
Hablan de personas como si fueran maquinitas. Preguntan por la rentabilidad sin saber nombres. ¿Cuántos soldados hacen falta para desembarcar en Normandía?
Hubiera sido un éxito si aquel día hubieran leído los nombres de aquellos que nos dieron también la libertad.

No aprendemos.

La gente se escuda en sus resultados. Ahorrar costes, dicen.
Excusas.

¿No es mejor enseñar a gestionar, a aprender todos, a escuchar de verdad y poder decir que juntos hicimos que fuéramos mejor?
Lo valiente es apostar por las personas. Lo fácil es no querer defender, no querer jugar en un juego espectacular de luchar y recibir.

Poco antes de morir, ya en cama,  Patton dijo a su secretario que sabía que la Historia no le recordaría.
En eso se equivocó. Su admirado Rommel, - el zorro del desierto- no ha tenido tantas películas, documentales, novelas, biografías que ha tenido él.
La realidad, la gran Historia es que él enseñó a gestionar personas, mimar detalles y lograr la mayor victoria de su vida. La victoria de todos.

martes, 19 de julio de 2011

Por aquella bandera

Tres mil almas aguardan. El viento susurra guerra.  Blasones con la torre libertad hechos por doncellas y madres que vieron partir a hijos y maridos hará ya casi medio año.
Herreros, carpinteros, aprendices y un par de cientos en la caballería mal pertrechada.

Se cruzan miradas los que están en primera línea; serán ellos los que inicien una batalla que decidieron hace siglos sus antepasados y que hoy, mecidos por el viento y calentados por el sol del alba librarán al fin.

Un soldado cierra los ojos, quiere recordar por todo lo que va a luchar, el plato sin comida, ser esclavo de la vida y una hermana forzada a ser mujer y madre. Aprieta los dientes y su lanza, orgullo de padre y hermano.

En el horizonte, retumban los tambores, tiembla la tierra y se escucha el terror de más de diez mil soldados experimentados en sesgar almas y recortar sueños.

El mosén bendice las tropas sabiendo que muchos de aquellos hombres y niños caerán, sabe perfectamente que su cruz apenas significa algo para unos hombres que buscan un sueño en vida: vivir la suya. Libertad!! gritan algunos, pero es mucho más que eso; es ser tú.

Padre e hijo en el campo de batalla. Hombro con hombro, no dicen nada. No hace falta hablar cuando se llega a tanto por un gran sueño.

El joven recuerda todo lo que le han enseñado durante tantos años, educación, respeto y luchar por tus principios.
Intentan respirar y saborear la brisa por si fuera la última vez, miran orgullosos como ondean sus estandartes forjados en tesón y honor durante años.

Hoy, trescientos años más tarde, estamos en el mismo campo de batalla, sólo hemos cambiado las armas; la armadura por el traje y la espada por el móvil, los mismos hombres, los mismos sueños.
Estamos en medio de campos de batalla donde mueren almas cada día, se rompen sueños, caen personas...

Puedes elegir tu bandera, esa del respeto, la confianza y la batalla bien hecha, crecer y poder gritar al mundo que fuiste tú; tu familia y tú; tus amigos y tú; tu mundo y tú quien logró conseguir la gran victoria de tu vida.


viernes, 8 de julio de 2011

Vacaciones!

En la antigüedad, en las épocas de cruzadas y guerreros; no descansaban a veces en lustros, años enteros en guerra. Si volvían antes podrían ser acusados de traidores, desertores o lo que era peor: cobardes.
Llegaban a sus casas sin poder recordar la cara de sus esposas ni reconocer a sus hijos.
A la espalda, muertos y un blasón. Nada más.

A aquellos se les llenaba la boca con la palabra Honor igual que hoy a nosotros se nos llena con la tolerancia. 

Esos guerreros sólo podían volver a su tierra, su hogar olvidado,  tras haber demostrado en el campo de batalla cientos de veces que no les importaba no volver. Curioso.

Ahora, los mayores se pasan once meses de mal humor, pensando en el dichoso dinero, envidias, dedicando mil horas a saber la vida de los demás, con la boca llena de respeto y  pensando que todo eso está justificado por unas vacaciones donde lo más probable es que las vivan agobiados de gente, atascos, playas a reventar y discusiones con suegra incluida. Eso sí, a la vuelta podrán decir que han estado en la playa, claro. Faltaría más. 

Aquellos guerreros descansaban y nosotros también lo necesitamos. Necesitamos más tiempo para conocer más lugares y personas, ese tiempo de mirar al mar durante horas o disfrutar de la montaña,leer y reír, no mirar el reloj para que se llenen los pulmones y el alma.

La verdad es que es mejor tomarse todo el año respirando, saboreando y disfrutar, para que ahora, cuando tienes más tiempo; llegues a la conclusión que ha sido un año espectacular y que seguirás viviendo todo, a tope, siempre.