martes, 16 de agosto de 2011

JMJ

Una marea humana con banderas de más de 130 países se veía a lo lejos.

Jóvenes de todo el mundo juntos por una creencia, un ideal y una forma de vida.

Pararse a pensar la cantidad de sacrificios que han tenido que hacer para llegar allá le llena a uno de una sonrisa especial. 
No está muy de moda esto de la Fe y la Iglesia, y sin embargo, ahí están gritando de verdad al mundo en lo que creen y en todo lo que son capaces.

Más allá de ser creyente o no - que lo soy -, es alucinante que tantas personas sientan la necesidad de compartir algo tan íntimo y que desde las más recónditas aldeas hasta las ciudades más grandes hayan encontrando una mano enorme que les guía y ayuda.

Me pregunto también por los que quisieron unirse y no han podido, esa envidia sana que queda al ver partir a alguien que sabes todo lo que va a ganar en vida: crecer, sentir, compartir.
En realidad, sólo hay una bandera, la de que querer sentir juntos. Silencios que llenan, canciones que embriagan y el hombro amigo.

Dios debe estar esbozando una gran sonrisa allá arriba.

Grandes Héroes, Conquistadores, ya se han ganado el Honor con mayúsculas.  

Un día, echarán la vista atrás y podrán decir que son quienes son por miles de cosas como ésta.
Nosotros, mientras; podríamos darles las gracias por una lección espectacular, por hacernos pensar, y darnos cuenta que la coherencia, la lucha por lo que crees y compartirlo mientras creces es una gran manera de vivir.









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