jueves, 16 de mayo de 2013

Velad armas

La tierra embarrada. Las tierras del norte poseen el don de calar frío y lluvia hasta los huesos. Las tiendas apenas se sostienen. Cubiertos de barro hasta las orejas, llegamos ayer después de más de un mes recorriendo esta maldita nación.

Esta puede ser la última noche. Nuestra última noche. Mi última noche. Y tengo miedo. Rabia, ira y miedo. Morir no debe ser agradable cuando tienes asegurado el dolor, desangrarse y gritos.
Escucho a los hombres recordar historias, anécdotas de sus pueblos y sus familias. Algunos hablan de sus hijos emocionados, aprietan las manos, y se esconden tras el emblema embarrado para que no veamos sus lágrimas.
Otros beben, como quien se ha rendido ya, y prefieren no ser ellos al enfrentarse, en el fondo, a sus miedos y sus pesadillas.
Otros padres, sólo te das cuenta que son padres por el anillo. Ni un recuerdo para sus hijos, ni un detalle para su esposa, sólo hablan de ellos. A algunos, les trajo aquí el salir de sus prisiones, sus casas,  otrosa vinieron por honor y cumplir, y otros por necesidad para poder llevar un trozo de pan a la mesa de su familia, en su hogar.

No podemos calentarnos, el jarreo del agua impide el fuego. No podemos huir de nuestros compañeros, así que sólo queda escuchar y compartir.
Algunos juegan con sus tambores, absortos. Otros escribimos forzando vista con la poca luz que nos dan algunas velas mal puestas, aunque suficiente para ver las caras y gestos de los hombres.
Hablaba de los padres que sólo son por anillo. Me entra aún más frío al comprobar que en el fondo, tal y como hablan, tal y como hacen, jamás entendieron lo que significa amar y querer, ni a esposa ni a hijos. No significa que sean malas personas, significa que no han entendido, en la más que probable última noche de su vida, lo que significa querer de verdad, y que es mejor estar alejados de ellos en el campo de batalla, no cuentes con su apoyo, lo más probable es que se escondan tras cuerpos ya inertes o no muevan un dedo para salvar tu pellejo. Si no fueron generosos, y valientes con sangre de su sangre, ¿por qué lo iban a ser contigo?.
Velamos armas, hermanos.
Llegan a mi cabeza unas palabras que me han acompañado durante años, y que hoy, tienen más sentido que nunca: " En la noche que me envuelve, llena como un pozo insondable, doy gracias al Dios que fuere, por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias no he gemido ni llorado;ante las puñaladas del azar, si bien he sangrado, jamás me he postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos, acecha la oscuridad, con su horror.
No obstante, la amenza de los años me haya, y me hallará... sin temor.
No importa cuan recto haya sido el camino, ni cuantos castigos lleve a la espalda...
Soy el amo de mi destino... Soy el Capitán de mi alma".

Se acerca el alba, la lluvia cesa poco a poco, los hombres salen. Buscan a dos soldados que huyeron. Eran de mi tienda. Eran aquellos padres y maridos cobardes. Ni siquiera el honor de dar la vida por los suyos, quienes consideraban y decían ser sus hermanos, ha podido contra sus propias almas tacañas.
Formamos para la victoria. Los estandartes, banderas y blasones se alzan mirando al cielo rogando una ayuda que Dios sabe necesitamos.
Empuño mi lanza, es la primera línea, la de ataque y la defensa, observo mis botas embarradas, me unto de barro las manos para poder sujetar fuerte y oler a la tierra que me dio la vida.
Los tambores ordenan avanzar.
Casi cuatro mil almas cumplimos, con paso firme y mirada al cielo. Al este un bosque. El bosque de los lobos lo llaman.
Recuerdo entonces a los dos traidores, Alain y Eduard. Me vienen chispazos suyos, y entiendo, una vez más por lo que quiero luchar, por lo que voy a desgarrar y matar, para no tener a gente como ellos a mi lado, incapaces de dar, de entender y de sentir. Recuerdo a sus mujeres y sus hijos, ya muertos en vida por tener a alguien así como padre y marido.

Tras un día entero de batalla, quedamos pocos. Aterrado. Con las piernas aún temblando por todo lo vivido, estoy herido. Oigo gritar y gemir, pedir ayuda entre pilas de hombres vivos y muertos.

Decidimos adentrarnos en el bosque, en busca de refugio y madera para calentarnos, poder curar a los pocos que quedan, y descansar cuerpo y mente.
Tras cuatro horas caminando como podíamos, retrasados por los enfermos y con poca agua, ahí estaban.
Eduard y Alain. Devorados por los lobos.

Entonces pensé: " De ti mismo, no te puedes escapar nunca".


4 comentarios:

  1. Grandullón, es precioso. Gran mensaje. Besos

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  2. Me gusta. No todo el mundo puede ser padre, ni marido, ni siquiera amigo. un abrazote.

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  3. Que placer da leer sobre tan nobles y ruines historias, por las nobles, claro esta..
    Aunque pasado el trago sea imposible frenar que emerja la reflexion de que en esta vida no halla capitan invicto, ni sea verdad que los buenos sean tan buenos, ni que los malos tan malos.
    Cuanta complicación cuando se quiere centrar en una esquina la vida;.. tan amplia, extensa, redonda y a veces complicada, siempre imposible de juzgar (siendo justos, claro esta¡)

    Muy bueno y gracias por invitarnos a la reflexion con tu tiempo; seguiré leyendote. ;-)

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