lunes, 11 de noviembre de 2013

El puntito

Hay que ganárselo. 
Escuchaba el último disco del amigo Dani Martín - Cero -, y dejando aparte que tiene unas canciones geniales, de ésas que hay que escuchar detenidamente - Gretel, Mi teatro, El Puntito-, cuando pensé en lo fácil que algunas personas se creen que es y viene todo. 

Dan por sentado que hay que actuar de una manera porque sí, que no hay que ganarse el puntito, que no toca eso de volver a demostrar y duro, sobre todo si uno no se ha comportado como debiera. Da igual cuando.  Que hay que olvidar porque sí, perdonar sin dar tiempo a ganar las cosas. 
El puntito nos  lo piden todos los días. En cualquier relación humana, hay que, cada día, dar lo mejor de sí mismo, eso incluye pedir perdón cuando toca y ser consciente de todo lo que ha hecho cada uno, lo bueno, y lo menos bueno. 

Pedir la luna y el sol. Porque me la tienes que dar. Así, sin más. 

No conozco ningún logro, de ninguna índole, pero sobre todo me refiero a las personas, que no haya requerido de esfuerzos, sacrificios, agradecimientos, reír y llorar. Vivir millones y también apretar dientes. 
Lo cierto es que las cosas se demuestran con paciencia, madurez, y ganas de sentir, de abrir el corazón, y la cabeza, de ponerse en el lugar del otro, para ver con otros ojos y sentir, por un momento, todo lo que sucede. 

Andar antes de correr. Y a veces hay que andar despacito, y muy tranquilos. Parar y buscar en el camino. 
Recuerda, - amigo mío - nunca dar el puntito por sentado, recuerda cerrar los ojos y mirar desde el corazón de quien te cuida, recuerda que casi todo tiene un porqué, sé generoso con los que dan, gánate los puntos perdidos, gánate más puntos por ti, y así, al menos, un día, podrás decir, de verdad, que hiciste todo lo que tenías y debías hacer. 

Pensaba en esto ahora, al llegar de trabajar. En mi terraza, con la compañía de los farolillos, que alumbran lo justo para tener esa sensación de hogar, tranquilidad y paz.

Escuchaba una discusión de dos hermanos. Venían andando por la calle. No gritaban, pero uno, estaba harto de siempre dar, y dar. Hasta que el otro hermano, decidió, de repente, darle un abrazo y decir un "perdón" desde el corazón. Este es un mundo increíble, donde un pequeño gesto puede ganar vidas. 
Allá se fueron, abrazados, y pensando en qué iban a hacer juntos estos días. 


Sonrío por todo los puntitos ganados. Y los que vendrán. 

Gánate el puntito, amigo mío.  



3 comentarios:

  1. La mayor epidemia Javier, es el egoismo. Un abrazo, gradullón! Miss you!

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  2. A mis 34, ya sé que no habrá otro igual. You! Gracias por esos miles de puntitos. Te quiero!!!

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  3. Buena reflexion, Güene. Hay que luchar los puntitos. También se llama orgullo. Muy fashion en La Razon, por cierto!! :-) un abrazo

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