jueves, 3 de mayo de 2012

Brindando por la vida

Claro que vienen duras, y no va a ser por ese tópico de que si no, no apreciaríamos las maduras, o el tiene que haber de todo.

La cagamos. Nos confundimos. Faltaría más. Además, aunque nosotros no lo hiciéramos - imposible, repito- alguien de nuestro alrededor lo haría, y todo, como ahora, nos termina afectando.
A la teoría de los seis grados, ésa que defiende que en no menos de seis grados todas las personas del mundo nos conocemos, yo le pondría un par de comas y un par de puntos.

Estamos esperando a conocer a Erik Browinzski de Noruega, por ejemplo, y la realidad es que en tus seis grados reales, esos de todos los días; tus amigos, tu familia, tus compañeros de trabajo, conocidos, en todos esos ocurren mil cosas todos los días que no te has parado a conocer ni a pensar. Vagos para cuidar. 

Que va, lo emocionante es tener algo en común con el tal Erik, estar agilipollados delante del ordenador mientras, probablemente, sepas o creas saber que a alguien de tus seis grados de verdad, le vendría bien un café, un paseo, una coca cola o una llamadita.

Seis grados de estupidez. Seis millones de horas pendientes de lo que no toca. Seis mil millones de personas tan conectadas que se saturan y no levantan sus ojos de Ipad, móviles, tabletas, wii y gilipolleces varias.

Por eso, el otro día, un amigo que quiso saber de mí, me preguntó que hacía, y le dije la verdad, estaba con quien quería, y le pude decir, de verdad, y orgulloso, que brindando por la vida.



1 comentario:

  1. Me encanta las cosas que escribes Javier, con poso, por las experiencias de la vida, con el saber de que aquello que la vida nos presta un tiempo es algo a agradecerle, disfrutarlo es lo bueno, no sea que cuando no se tiene como a tantas personas les ocurre, eche de menos aquello que cuando lo tenía, pues...., no le daba importancia.

    Un abrazo de tu amigo Asturiano

    Jose

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